Estamos en un mundo que avanza muy rápido. Hace pocos años que los móviles se han convertido en lo que son hoy: auténticos ordenadores personales, en los que hacemos absolutamente de todo, excepto hablar. Juegos, WhatsApp, Facebook, Twitter, Mail, y un sinfín de aplicaciones que nos mantienen conectados al mundo 2.0 las 24 horas del día. Pero, ¿somos conscientes de las horas que le dedicamos al smartphone?

Si vamos en el ascensor y escuchamos el sonido de un mensaje entrante, por ejemplo, aunque suene diferente al tono que nosotros tenemos en nuestro teléfono, seguro que lo sacamos (si no lo llevábamos ya en la mano) para ver si el mensaje es en nuestro móvil. Esto es así. Más sencillo todavía. Mirad una parada de autobús. Si hay 4 personas esperando que llegue el suyo, las cuatro están mirando el móvil.

Otro punto es el de las reuniones o cenas. ¿Quien no ha mirado su WhatsApp durante una reunión en el trabajo? Hay empresas que prohíben el uso del smartphone en las reuniones, precisamente para que la gente no se distraiga. O las comidas y cenas en familia… ¿Cuanta gente mira más el móvil comiendo o cenando que a la gente que la rodea…? Por todo esto dicen que esta generación es la «Generación de las Cabezas Bajadas«. Incluso hay estudios que indican que esta generación tendrá problemas de columna y cervicales por la cantidad de horas que mira hacia abajo. Si Darwin nos viera, seguro que nos diría que en el futuro, el cuello del ser humano será diferente, para adaptarse a estas acciones.
Tengo un amigo, que cuando quedan a cenar todos dejan su móvil sobre la mesa, uno sobre otro, boca abajo y no lo vuelven a tocar hasta que han acabado de cenar. Es una manera de controlar su uso. Lo peor es que tengamos que llegar a estos extremos. Y para «ayudarnos», ahora podemos ver los mensajes, llamadas o la actividad en las redes sociales en muchos relojes tipo «Apple Watch»… ¿Se nos ha ido de las manos?